Brecha 002
19 de septiembre
Cuando hice lo que hice no fui valiente. Lo hice porque no podía hacer otra cosa. No podía seguir. Tenía que hacer algo. Seguí mi impulso.
Cuando pienso y re pienso, lo hago porque no quiero otra cosa, porque aunque me quejo, no quiero irme, quiero hacerlo de forma que no me incomode, que no me pese.
Quiero seguir porque fuera de allí hace demasiado frío.
Pasado el momento, agradezco no haber dado el portazo, haberme ajustado o haberlo hecho digerible.
Vivir no es tomar ruta y a delante.
Muchas veces se tiene la sensación de haber tomado la peor de las salidas.
Sobretodo en esos momentos en que inquieta verse en un espejo que deforma.
Es inevitable pensar en esas múltiples elecciones, por activa o pasiva, que nos trajeron a este punto sin retorno, porque aunque se crea que se rectifica, lo que se hace es añadir otro quiebro a esta vida sumada de intuiciones, errores e ilusiones.
El instinto sirve para poco. Cuando caemos de cuatro patas, es claro que estaba distraído o inconsciente.
La de veces que te equivocas. Lo señalas porque seguir ese desvío salió mal, porque no respondió a tus expectativas.
Comentarios
Publicar un comentario